Vuelvo a escribir, a retomar esta cotidiana costumbre hecha reflexión y blog, e intento enfocar por dónde llevar mis palabras en medio de tanta información, de tanto ruido. La urgencia del día a día hace que cada vez tengamos menos tiempo para poder reflexionar acerca de lo que importa, de lo que nos preocupa en el fondo. 

Esta mañana, mientras caminaba, escuchaba un podcast sobre el Festival de Venecia y los expertos hablaban de la conjunción de la política y el cine. Cada uno daba su opinión sobre la relación y sobre el sentido de que los actores, productores y directores se posicionasen sobre la realidad que nos atenaza. Y en estos momentos hay que mirar a Gaza. 

Decenas de miles de personas dan su opinión y cuesta trabajo pensar si podremos solucionar este callejón sin salida a base de opiniones, posturas y posicionamientos. Lo que estoy convencido es que no podemos guardar silencio, mantenernos indiferentes o mirar hacia otro lado ante el horror de la muerte por más complicada que sea la situación. Esta mañana me topo en la red con el estupendo artículo de Jesús Martínez GordoEl exterminio judío en la Franja de Gaza, en Cristianisme i justícia  que también expresa la misma incertidumbre y que de paso pone palabras a la intuición anterior: “Lo que no sabemos la inmensa mayoría de los hombres y mujeres de buena voluntad que todavía pululamos por este mundo es qué podemos hacer para parar este exterminio del pueblo palestino”. El hecho de ser conscientes de la dificultad del conflicto y la impotencia de que aún no se hayan encontrado caminos para la resolución. 

Volviendo a los expertos cinéfilos, en su diálogo se mostraban de acuerdo en que las películas hablan por sí mismas y tienen un contenido político que es el que dialoga con el espectador. Las películas no hay que explicarlas y el arte sirve como espejo y denuncia de la realidad. A través de la ficción, de la mano del cine, podemos escribir la historia de este loco siglo en el que nos ha tocado vivir. Y, a través de las imágenes, asistimos atónitos a la brutalidad de nuestras acciones, a la torpeza de nuestras decisiones. El cine le toma el pulso a la realidad y nos lo pone de frente. 

Esta tarde, antes de ponerme a escribir, y con otras ideas en la cabeza, me encuentro con el vídeo de la actriz palestina Saja Kilani y sus palabras me estremecen. Las reproduzco a continuación:

Nos preguntamos, ¿no es suficiente? ¿No es suficiente ya de matanzas masivas, de hambre, de deshumanización, de destrucción, de la ocupación?  La voz de Hind Rajab (la película que presenta en el festival) no necesita nuestra defensa. Esta película no es una opinión ni una fantasía. Está anclada en la verdad. La historia de Hind tiene el peso de todo un pueblo. Su voz es una de las decenas de miles de niños que han sido asesinados en Gaza solo en los dos últimos años. Es la voz de cada hijo y cada hija, con derecho a vivir, soñar y a existir con dignidad, todo lo que se nos ha robado sin pestañear. Y esas son solo las voces que conocemos. Detrás de cada número hay una historia que nunca llegó a contarse. La historia de Hind es la historia de una niña que grita: ¡sálvame! La pregunta es cómo hemos podido permitir que un niño suplique por su vida. Nadie en el mundo va a vivir en paz si un niño tiene que suplicar por su vida. Queremos que su voz se oiga en todo el mundo. Que no se recuerde el silencio construido alrededor de Gaza. El silencio protege el genocidio. Ya es suficiente. Que acabe hoy. Por justicia. Por el futuro de cualquier niño. Ya basta. 

¿Cómo hemos podido permitir que un niño suplique por su vida? Nadie en el mundo va a vivir en paz si un niño tiene que suplicar por su vida.

Sus palabras son un ejemplo de lo que comentaba anteriormente y la película un espejo de una realidad incómoda, que queremos esconder, pasar de largo, indiferentes a números, muertos y niños. Nosotros, mientras tanto, seguimos manteniendo la burbuja de nuestro mundo protegido, del cuidado de la infancia, de la preocupación por “la vuelta al cole”, mientras no somos capaces  siquiera de ver las lágrimas de los demás porque rompen nuestra estabilidad, resquebrajan nuestro karma. 

La llamada desesperada de Hind Rajab que ahora es el centro de la película que se presenta en el Festival de Venecia, es una llamada real que terminó en tragedia: “El 29 de enero de 2024, la Media Luna Roja de Palestina recibió la llamada de Hind Rajab. Una niña de cinco años que se encontraba en un coche disparado por el ejército de Israel. Durante horas los trabajadores intentaron coordinar un operativo de salvamento que debía ser aprobado para asegurar una ruta segura y que no se bombardeara la ambulancia. Durante todo ese tiempo, Hind Rajab escuchaba los disparos y las bombas mientras pedía ayuda o consuelo. Tras lograr la aprobación, la ambulancia fue bombardeada a pocos metros del coche donde se encontraba la niña y Hind Rajab murió”.

Cuentan los cronistas del Festival que la película ha conseguido despertar conciencias, que las salas se han quedado enmudecidas, que no existen asideros ni donde esconderse ante la barbarie que nos asola. De nuevo el cine, en esa conjunción de ficción y realidad, nos tira de las orejas y nos invita a despertar. Esperemos que esta llamada nos despierte al fin y nos saque de nuestro cómodo devenir por la realidad controlada en la que vivimos. 

Culture Club

ADOLESCENCIA INFINITA

Todos adolecemos de algo, a todos nos falta algo. Todos anhelamos más, deseamos más. Y en ese equilibrio entre lo que adolecemos y lo que deseamos, se nos va la vida. 

ver más »
Culture Club

LAS COSTURAS

Salgo de ver la película On falling de Laura Carreira con un poco de malestar, como el frío que se ha echado de repente en Madrid.

ver más »