«Adorarás al Señor tu Dios y solo a Él rendirás culto» Mateo 4,1-11

Invocación al Espíritu Santo

Ven Espíritu Santo,
ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad
para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
Amén.

LECTURA (¿Qué dice el texto?)
Estudio bíblico del texto

Las tentaciones de Jesús son un paradigma de la humanidad. Es curioso cómo, inmediatamente después del Bautismo de Jesús, donde aparecen todos los grandes signos y el Padre habló reconociendo en Jesús a su Hijo amado, al que pidió «obedézcanle», y el Espíritu Santo se posa sobre Él… ahora, de repente, Jesús movido por el Espíritu, decide retirarse al desierto para orar, sabiendo que el demonio lo tentaría. Estos cuarenta días son el significado de la prueba del Pueblo de Israel que pasó cuarenta años en el desierto.
Jesús, aun siendo Dios, aceptó el plan del Padre y se hizo un hombre verdadero. En Palabras de san Pablo, se anonadó a sí mismo, buscando cumplir el deseo del Padre, para salvar a todos los humanos. Sin embargo, no estuvo exento de la tentación. Igual que todos los hombres.
La finalidad del diablo es separar de Dios y de su proyecto a los que tienta, aun presentando bienes mayores para cumplir. Pero Jesús siempre le recuerda la Escritura y cómo la tergiversación de la misma Biblia nace del diablo. Este es quien tergiversa las Sagradas Escrituras para acomodarlas y hacer salir del plan de Salvación.
Este pasaje también recuerda las caídas del pueblo en su prueba, el deseo lícito de comer, poniendo en duda a Dios, el deseo de adorar otros falsos dioses (gran tentación del demonio), el poner a prueba a Dios. La respuesta de Jesús es clara: «Márchate, lárgate, apártate de mí» (puede traducirse con varios verbos en español).
Esta respuesta es muy parecida a la que le dice a Pedro, cuando este no desea que Jesús pase la prueba del sufrimiento y del dolor. «Apártate de mí, no me estorbes en los planes», le dice a Satanás (que quiere significa «el que distrae, molesta, el adversario, el enemigo que impide seguir el camino»).

Reconstruimos el texto

  • ¿Quién movió a Jesús al desierto y con qué propósito?
  • ¿Cuánto tiempo estuvo Jesús en el desierto?
  • ¿Quién se le acercó a Jesús? ¿Con qué nombre lo cita esta traducción?
  • El demonio le propone tres cosas a Jesús, las llamamos tentaciones. ¿Cuáles son?
  • Jesús responde con citas del Antiguo Testamento. ¿Qué le dice ante estas propuestas?
  • ¿Cómo termina el texto? ¿Cuál es la cita bíblica final que recuerda Jesús?

MEDITACION (¿Qué me / nos dice el texto?)
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación.

  • La vida en relación con el Señor nos lleva a entender sobre todas las cosas que Jesús pasa por pruebas al igual que nosotros. ¿Cómo reaccionas tú ante las tentaciones?
  • Jesús pasa por tres grandes tentaciones: el hambre física, el deseo de probar que Dios existe, la adoración al demonio para obtener favores y los reinos de este mundo. ¿Puedes identificar cuáles son las tentaciones a las que tú eres sometido?
  • El demonio desea separar del plan de Dios. Por eso no presenta males, sino a estos disfrazados de bienes. ¿Con qué bienes el demonio puede tentarte? Sería importante que entiendas que la astucia de los argumentos del enemigo de Dios es presentarte la apariencia de bienes menores en vez de que sigas el bien mayor. ¿Cuáles son esos bienes que te presenta? Identifícalos para que puedas cuidarte de ellos.
  • ¿Puedes tú tener un contacto tan cercano a la Palabra que recuerdes en cada momento textos de la Biblia que te ayuden a ti a resolver estas tentaciones?
  • ¿Con qué frecuencia lees tú las Sagradas Escrituras? ¿Tienes familiaridad con ellas? ¿Es la Biblia la base de tu oración? ¿Practicas, como pide la Iglesia, la Lectio Divina?

ORACIÓN (¿Qué le digo/decimos al Señor?)
Orar es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor:

Gracias Señor por tu Palabra salvadora.
Gracias porque nos invitas a reconocer las tentaciones
y a no tener miedo a tus planes.
Gracias porque nos invitas a conocer tus planes,
a tener tu Palabra para cada ocasión.
Gracias porque nos recuerdas
que Tú también fuiste tentado, pero lo superaste.
Te pido que me des la gracia de que cada vez que yo sea tentado
pueda encontrar en la Biblia la respuesta adecuada
y tenga la valentía para cumplir lo que me pide.

CONTEMPLACIÓN (¿Cómo interiorizo el texto?)
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio, para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón: «Apártate de mí Satanás, solo a Dios adorarás» (Mt 4,11).
Y de esta forma nos ponemos en contemplación, repitiendo y agradeciendo a Jesús que venga.

ACCIÓN (¿A qué me comprometo?)
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
Si estoy solo, volver sobre este texto, y preguntarme seriamente hasta qué punto quiero dar un paso en mi conversión personal. No le pido al Señor que me quite la tentación, sino que me ayude a entender las astucias del maligno. Por lo tanto, te invito a que puedas hacer un proyecto en el que le recuerdes a algún amigo específico cómo somos tentados y cómo se puede vencer la tentación. Y transfórmate en un discípulo de Jesús y en su misionero.
En el grupo, proponer una actividad para ser discípulos y misioneros. Realizar una actividad cuaresmal para presentar las situaciones con que el enemigo de Dios nos tienta permanentemente. Proponer un proceso de cambio para la comunidad y preparar a otras personas para que reciban a Jesús y entiendan que también fue tentado como nosotros.

Hno. Ricardo Grzona, frp

Lectio divina

«Hoy tengo que alojarme en tu casa» Lucas 19,1-10

El pasaje que vamos a leer es una de las obras maestras del evangelio de Lucas. En él Zaqueo se convierte de «buscador» en «buscado». Jesús siempre toma la iniciativa, se invita a entrar en nuestra casa y espera que le reconozcamos como el «Señor».

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Lectio divina

«Ahí tienes a tu madre» Juan 19, 25-27

Una de las creencias cristianas más arraigadas entre nuestro pueblo es la de María como Madre de Jesús y Madre nuestra. Una certeza de fe nos lleva a afirmar que la mujer que estuvo siempre al lado de su hijo, incluso en los momentos más difíciles, no puede abandonar a quienes, como dice san Pablo, somos hijos en el Hijo.

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