LIDERAZGO EMERGENTE DE LO NUEVO

El liderazgo que cuida asume una competencia espiritual relevante: ha de ser emergente de lo nuevo que nace. Si estamos de acuerdo que vivimos en un momento histórico de transición entre lo viejo que muere y lo nuevo que nace, quien lidera ha de tener pie y medio en eso nuevo que emerge y que tan solo vislumbramos.

Hablamos, entonces, de un liderazgo despertador: aquel que está atento a lo inesperado y al tiempo oportuno; es un detector de lo nuevo que está naciendo. No es “modernillo” a la última, puesto en mil y una tecnologías. No es lo mismo fabricar o reproducir una novedad organizativa o pedagógica que otear lo nuevo que surge.  Vive en el kairos y en contacto con aquello que humaniza la vida que habitamos en el centro educativo. Estamos ante una competencia espiritual que se halla en el hondón de lo humano.

Es la competencia originaria que abre la puerta al resto de las competencias. Es la que ayuda a situarse no como un hacer más, sino como una nueva forma de estar presente en la escuela: liderando desde lo que barruntamos como nuevo tiempo, como semillas de cambio. Por eso se trata de un liderazgo que ya no se sostiene cargado sobre la mochila de una sola persona.

El objetivo de esta competencia espiritual es establecer una visión clara y compartida de lo que se quiere lograr. Es el recordatorio permanente del propósito que nos hace ser quienes somos y hacer lo que hacemos. Se aplica en no dar por supuesto lo fundamental. Vincula las preguntas fundamentales de la educación con lo nuevo que emerge: ¿para qué educamos?, ¿qué tipo de persona soñamos?, ¿para qué modelo de sociedad trabajamos?

Se sitúa observando la maquinaria tecnocientífica para no dejarse atrapar en ella. Debajo de esa maquinaria se encuentra la vida que sopla. En ocasiones corremos el peligro de ser aplastados por el vendaval de rendimiento acelerado. El liderazgo que cuida no lo permite y se ancla en la vida que grita desde las nuevas necesidades que presentan los niños y adolescentes. Ser escuchados, ser vistos, ser tenidos en consideración. Lo mismo cabe decir del personal contratado.

La maquinaria, como sistema capitalista que se adueña de nuestras vidas, confunde el foco de nuestras preguntas. Ciertamente educamos para el mercado laboral y educamos para vivir de forma plena. Pero, ¿dónde ponemos el acento? Cuando la salud mental se resquebraja, ¿qué alarma educativa suena? ¿La del mercado laboral, la de la innovación tecnológica o la de la vida buena? Es decir, la vida sostenible, sana y tejedora de relaciones positivas.

Liderar desde el futuro que emerge es todo un desafío. Caducó el liderazgo apoyado solo en el pasado que nos ha traído hasta aquí. Un liderazgo que cuida ayuda a desplazar el lugar interior desde el cual operar. El futuro emergente como lugar interior no es un espacio sino una fuente desde la cual extraer la energía del cuidado. Es una conexión con el futuro de posibilidades que se abren porque vienen, y que hemos de saber buscar y poner nombre. Por eso el liderazgo emergente significa un salto evolutivo en la misma concepción del liderazgo y de la organización.

Liderar es la capacidad de ayudar a transitar ese desplazamiento, estableciendo estrategias de trabajo anchas, que sean más flexibles y duraderas que las programaciones al uso. Edgar Morin nos enseñó que la estrategia permite cambiar la dirección de la misma en virtud de los acontecimientos y circunstancias de cada momento.

El liderazgo que emerge es el que escucha la realidad, la calle, lo que pasa, no para estar a la última, sino para intentar comprender qué sucede y cómo hemos de intervenir en la realidad. Por eso ha de tener una mirada sistémica y ecosistémica, porque lo nuevo emerge para todo el ecosistema. De este modo, la mirada sistémica advierte un cierto sentido de la anticipación responsable para responder a los desafíos del momento. Cada organización es una síntesis de recursos, necesidades y posibilidades. El liderazgo responsable hace inventario de recursos, responde a necesidades y abre posibilidades.

En la naturaleza lo nuevo nace en la semilla y el futuro completo está en la semilla. Las condiciones a su alrededor son críticas para que germine: eso es lo que cada uno de nosotros hacemos y el liderazgo que cuida ha de velar para que ese nacimiento sea posible. El liderazgo ha de ejercer de partera de ese nacimiento.