ACTÚA COMO QUIERAS QUE TE RECUERDEN

Cuando se mantiene una relación continuada con otras personas, y eso es lo que sucede en un aula o en una sala de catequesis, tu forma de comunicarte con ellas deja huella. Y esta puede ser más o menos positiva. Seguro que recuerdas en tu pasado personas que dejaron buena o mala huella, que los recuerdas con cariño, con respeto, con admiración, que podrían haber sido modelo de vida y de conducta, o que sencillamente te gustaba cómo daban una clase o te transmitían unos conocimientos. Y eso es seguro lo que quisieras para tí.
Por eso puede ser un buen ejercicio imaginarte cómo quieres que te recuerden, que las personas de esa sala recuerden el tiempo que han estado contigo y que tú has estado con ellas.
El ejercicio consiste en ponerte en el lugar de ellos, salir de tí mismo y observarte, ser consciente de cómo hablas, cómo gesticulas, de si eres una persona empática, de tu tono de voz, del volumen de la misma, de tus miradas, si miras a la gente o miras al infinito.
Para este ejercicio también puedes pedir la ayuda de alguien en quien confíes que va a ser sincero contigo, que no va a ahorrarse adjetivos ni críticas, que realmente te puede ayudar a “verte” como los demás te ven.
Porque lo normal es que nosotros tengamos una visión distorsionada de nosotros mismos. ¿No habéis sentido alguna vez al escuchar vuestra voz en una grabación que esa voz no parece la vuestra, que al menos no suena como os escucháis cada día? Pues esa diferencia también a veces se produce en otros aspectos si intentamos vernos a nosotros mismos.
Y una vez que te reconozcas en cómo te ven los demás, decide tú mismo los cambios que consideres que tengas que hacer para que te vean como a tí te gustaría y que de esa manera te recuerden como tú quisieras ser recordado.
En este ejercicio podemos llevarnos sorpresas, ser severos con nosotros mismos o muy condescendientes. Yo te diría que, como principio general, no te juzgues, solo obsérvate, y si sientes que algo tienes que cambiar, hazlo, pero sin sentimientos de culpabilidad o de vergüenza, ni de rabia… Quiérete como eres y cambia lo que puedas cambiar, solo eso. Tampoco te idealices, como ya hemos dicho en otro momento tan solo sé tú mismo, sé auténtico en todo momento, porque eso comunica.