SOLEDAD Y SENTIDO ENTRE REJAS

Hace meses inicié como voluntario un taller de Filosofía de la vida en la cárcel de Navalcarnero. Andábamos dando vueltas al tema del sentido de la vida. Vimos un vídeo de Pepe Mujica, el viejo sabio uruguayo, que atravesó 17 años de cárcel en su país y supo del aislamiento forzoso. Dice:

La soledad es tal vez lo peor, después de la muerte. Pero no sería quien soy sin haber vivido esa etapa.

Abrimos la conversación. Miguel y Pablo enseguida intervienen. Hay una soledad impuesta, que pesa y llega a hacer daño, es la soledad obligada de la cárcel, reconocen ambos. Urbano comenta la situación de compañeros que han estado muchos años en primer grado con una dosis de soledad inhumana, como para volverse locos. Al mismo tiempo José María cree que también hay una soledad elegida que hace bien a uno; incluso dentro de la soledad impuesta de la cárcel uno puede adaptarse y buscar consuelo, alivio… sentido diríamos desde nuestra reflexión filosófica. Un sentido que no es resignación sino siempre aprendizaje.

Pablo habla de que en la cárcel la soledad siempre está presente, “convivimos con ella”. A veces nos deja parados en el pasado, y ahí estamos mal; otras veces nos sitúa un en futuro que está demasiado lejos; lo mejor es que nos ayude a vivir el presente con esperanza, para no caer en el sopor de una soledad enfermiza. Todos hemos padecido el sentimiento de estar solos, y no es agradable.

Mujica nos ayuda con la segunda parte de su frase: «Pero no sería quien soy sin haber vivido esa etapa». Para él, atravesar esa soledad impuesta en sus muchos años de cárcel, le configuró como persona reflexiva, esperanzada y paciente. ¿Es posible esto? En él ha sido posible. Todos estamos de acuerdo con la frase que él pronuncia. Juan Carlos dice que la soledad solo es una, y depende de cómo la mires, cómo la trates; en definitiva, depende de qué hagamos con esa soledad. En la soledad te encuentras a ti mismo, y supone atravesar una experiencia de sentido, que en palabras de Urbano conlleva hacerse preguntas, darse cuenta de qué estás viviendo, qué estás haciendo y poder seguir viviendo. 

Parece que hay una enseñanza en las palabras de Mujica: hay que saber estar solo o, mejor dicho, hay que saber estar bien con uno mismo. Nos acordamos del verso de Antonio Machado: «converso con el hombre que siempre va conmigo». Esta conversación interior a veces la hemos llamado reflexión, parada, aprendizaje.  Cada persona tiene un adentro y un afuera. Tiene su mundo interior y a la vez el mundo de las relaciones con los demás, con la naturaleza y con Dios, en muchos casos. No hay adentro sin afuera y no hay afuera sin adentro. Trasladado esto a lo que estamos reflexionando, podríamos decir que quien no sabe estar solo conversando consigo mismo en paz no sabe estar con los demás, y dicho en positivo: quien sabe estar solo sabe estar con los demás. Porque todas las personas somos radicalmente relación y no átomos aislados. 

Continúa Mujica:

Y es tan hermosa la vida que, si uno no pelea para ser feliz en la vida, ¿qué sentido tiene la vida?

Vivir la vida es gastarla con sentido, gastarla en aquello que nos hace felices. Sorprende este pensamiento tan aparentemente simple y tan profundo. Y nosotros, ¿en qué gastamos nuestro día a día? Aparecen diversas situaciones: uno habla de gastar su tiempo en soñar; otro en recapacitar sobre su pasado; un tercero en martirizarse con lo que sucedió; hay quien habla de no estancarse; otro en tener paciencia y saber esperar; hay quien habla de fabricar pensamientos y, por último, también cabe la posibilidad de hacer proyectos.

Los seres humanos nos significamos por la capacidad de inventar proyectos. Unos pueden ser grandes: qué hacer cuando salga de la cárcel; otros son mucho más cotidianos: qué hacer cuando salga del taller en un rato.  Compartimos las cosas que nos gustan: echar una partida a las cartas con los compañeros, leer, escribir, pasear, conversar, ilustrarnos, distraernos, hacer deporte… Podemos encontrar pequeños proyectos donde no se trata tanto de “matar el tiempo”, expresión que siempre sale entre nosotros, sino de ocupar el tiempo solo o con otros. 

Maravillosa tarde entre amigos y en compañía saboreando la soledad sonora, aquella que muestra salidas en el laberinto.

Cuidarnos

CALLEJEAR LA VIDA

Resulta curioso cómo este papa ha sido más querido y valorado fuera de la institución eclesiástica que dentro de ella.

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