Esta frase se la escuché a una mujer a la que admiro mucho por su talento y su inteligencia. Ella es matemática, con una carrera brillante y, siendo una mujer de una profunda fe, sus palabras acerca del diálogo entre ciencia y fe son dignas de ser oídas
o leídas.
La cuestión es que el otro día, en una reunión de trabajo, tratando unos temas de economía (en los que me pierdo irremediablemente), ella me dijo algo así como: «Yo me llevo bien con los números. Con el nombre que se le ponga (se refería a
determinados conceptos de economía), me hago un poco de lío al principio…». Me quedé con esa frase: me llevo bien con los números.
A mí también me ha pasado eso toda mi vida: que me he llevado bien con los números. Aunque considero que son las letras las que más me ayudan a conectar conmigo misma, con el mundo y con Dios, yo me llevo bien con los números, la verdad. Me gustan porque un número hace que todo encaje, que las cosas tengan su sitio, su cantidad, su valor… Cuando puedes englobar algo en un número es como si, de repente, ese algo nos pareciera más cercano, menos sospechoso. La velocidad de la luz, la del sonido, la gravedad terrestre, el número atómico, el intervalo de longitudes de onda del espectro de la luz… Cuestiones que nos parecen tan ajenas y extrañas, en cuanto tienen un valor que está determinado por un número nos da la sensación de que son cuestiones con las que podemos manejarnos.
Los números son importantes también en la Biblia, pero, no porque aportan datos científicos que demuestran la veracidad de un hecho. Lo son porque, bien entendidos, nos dan un conocimiento mayor y más profundo de aquello a lo que se refieren. Hay
muchos números con un significado especial para nuestra religión:
- El 3: este número nos recuerda irremediablemente a la Trinidad. El tres representa la totalidad: tres personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y un solo Dios. Por otra parte, al tercer día Jonás fue expulsado por la ballena después de haberlo ingerido, y, cómo no saberlo, al tercer día Jesús resucitó. También tres son las veces que Pedro niega a Jesús, y tres las veces en que Jesús le
pregunta a Pedro si le quiere. Lo dicho: el tres como totalidad del tiempo necesario para, decirlo de una manera quizás demasiado simple, “cerrar una etapa y comenzar una mejor”. - El 7: siete son los días que, según el Génesis, tardó Dios en crear el mundo. Bueno, seis; en el séptimo día, Dios descansó. También Jesús le dijo a Pedro que había que perdonar, no solo 7 veces, sino 70 veces 7. No podía ser menos todo esto: el 7 simboliza la perfección (de la creación) o la plenitud (del perdón).
- El 10: diez fueron las plagas de Israel y también son los mandamientos de la Ley de Moisés. El diez es un número que hace eferencia a la totalidad o al conjunto completo de algo. Decir que las plagas fueron 10 es como decir que al pueblo de Egipto le cayeron todas las desgracias juntas. Y que los mandamientos sean 10 es una manera de decir que ahí está recogido todo lo
que necesitamos saber para ser buenas personas, tal y como Dios quiere. - El 12: doce son las tribus de Israel y doce son también los apóstoles de Jesús. De hecho, cuando Judas cometió su traición y quedaron 11, después de la resurrección de Jesús y el inicio de la predicación de los apóstoles se propusieron dos candidatos para ocupar el lugar de Judas. Fue Matías quien lo sustituyó. De esta manera volvieron a ser 12. Ese paralelismo entre las 12 tribus de Israel y los 12 apóstoles viene a simbolizar que, con Jesús, llega el nuevo pueblo de Dios.
- El 40: cuarenta son los días que duró el diluvio y cuarenta son los años que el pueblo de Israel pasó en el desierto camino de la tierra prometida. También son los días que Jesús pasó en el desierto antes de su vida pública, tentado por el demonio. Cuarenta son también los días que dura la Cuaresma. El 40 representa un periodo de penitencia o de prueba.
Los números en la Biblia representan mucho más que una cantidad. Vienen a reforzar lo que representa aquello a lo que se refieren. Por eso, a veces pasa que nos vemos refutando textos de la Biblia con quienes quieren tomarla al pie de la letra para
hacernos dudar o para justificar: porque no es la narración en sí solamente, sino el género que usa, el tiempo en el que se cuenta, los códigos de lenguaje… Y esos números tan misteriosos como reveladores. Y es muy muy positivo llevarse bien con ellos.