RENACER
Resucitas con lo que tenías puesto antes de morir, con tus ropas, con tu edad y tus arrugas, con tus anclajes minuciosamente construidos durante muchos años.
Resucitas con lo que tenías puesto antes de morir, con tus ropas, con tu edad y tus arrugas, con tus anclajes minuciosamente construidos durante muchos años.
El arte plasma siempre las inquietudes más profundas y difícilmente explicables de otra forma, aquellas que nos socaban o nos llenan o nos irradian hacia nosotros y hacia el mundo.
Todas las personas que en el mundo han sido algo para sí y para los demás pasaron por un vendaval o una riada.
Por mucho que lo intentes, no te puedes desprender de ti, de tus impulsos, tus contradicciones ni de tu propia historia.
¿Por qué no vivir de verdad? Como en este tiempo de descanso. ¿Por qué no preguntarse y preguntar?
Las etiquetas nacen de la ceguera. Surgen de la imposibilidad de ver los matices de los demás porque no se es capaz de ver los de uno mismo.
Lo verdaderamente urgente es llenarse de luz, de serenidad, de caricias, de besos furtivos y también de besos reposados y de escucha.
La luz. ¡Qué constante en la vida de cada uno de nosotros!. Ya desde nuestros comienzos llamamos “dar a luz” a nacer, al encuentro con lo que va a ser nuestra existencia y nuestro tiempo aquí.
Sentir la urgencia del compromiso más allá de nuestras fronteras es tan atávico y tan profundamente humano como la huida y la evitación