QUE SEAN FIESTAS CON MUCHA QUÍMICA

En Química, hay una teoría llamada teoría de las colisiones que explica cómo y de qué manera ocurre el proceso de reacción en el que unas moléculas se forman a partir de otras. Esta teoría dice que, para que haya reacción, las sustancias químicas reactivas deben colisionar entre sí. Pero no vale cualquier colisión: esta debe darse con la orientación y energía adecuada. Así, de las miles de colisiones que se dan, solo unas cuantas se consideran «eficaces» y serán las que hagan posible el paso de reactivos a productos.

Quizás, cuando hablamos de «química» en las relaciones, estemos hablando de ello: de encuentros adecuados, en el momento oportuno y de la manera correcta. Y para ello, para que se den, hay que ensayar mucho mucho. Hay que chocar demasiadas veces antes del «choque» adecuado. Hay que vivir muchas oportunidades hasta entender de qué va esto de relacionarse.

La vida está llena de encuentros y encontronazos. Los unos nos llenan de alegría y luz, nos hacen creer en las personas (en lo necesarias y valiosas que son para la vida) y en nosotros mismos (en que somos dignos de ser queridos). Los otros, los encontronazos, nos acobardan, nos achican, nos hacen experimentar el dolor y la frustración, y eso no nos gusta nada. Pero tantos los unos como los otros forman parte de esto de «reaccionar», esto es, del proceso que es la vida:

  • Los encuentros nos afianzan en nuestra forma de relacionarnos, los encontronazos nos enseñan lo que no es relacionarse.
  • Los encuentros nos llenan, los encontronazos nos ayudan a darnos cuenta de lo que no llena.
  • Los encuentros nos constituyen; los encontronazos nos descolocan y recolocan de nuevo en la pista de salida.

Pero no cabe la posibilidad de dejar de colisionar. Según la teoría de las colisiones, las moléculas deben estar en continuo movimiento para que haya choques. Si no se mueven, la probabilidad de que haya colisiones es mucho menor y, si no hay colisión, no hay reacción. Y, si no hay reacción, no pasa nada. No ocurre nada, no hay química.

Hay que estar en continuo movimiento… hay que estar ahí, apostando por la vida, queriendo que no dejen de «pasar cosas» entre las personas. Evitar el encuentro por miedo al encontronazo supone la nada entre las personas. Estamos aquí para reaccionar entre nosotros. A veces las cosas no salen bien porque tuvimos «malos choques». Quizás no fue «nuestra reacción», aquella para la que estábamos llamados. Y nos lamentaremos, y nos preguntaremos tantas y tantas veces qué falló, por qué no fue… Pero luego toca seguir. Porque seguir es vivir. Porque volver a buscar la colisión adecuada forma parte de nuestra esencia.

Hemos nacido para vivir la química entre las personas. Lo sabemos porque todos la hemos probado: sabemos que es mejor la vida en compañía que a solas. A pesar de todos los riesgos, de todos los miedos y las exposiciones a pecho descubierto que relacionarse supone. Pero merece la pena… ¡y sienta tan bien!

Así que a todos os deseo unas fiestas de muchas y buenas colisiones. Que tengáis encuentros muy bonitos, muy fructíferos, sanadores y reconfortantes. De verdad, que sean días de mucha y buena química.

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