La modestia
La fortaleza de la modestia o humildad implica dejar que nuestros talentos, méritos y logros hablen por sí mismos. Las personas con esta fortaleza no son individuos con baja autoestima, simplemente no buscan ser el centro de atención y no se ven como si fueran mejores que otros.
La humildad conlleva una sana autoestima que capacita a las personas para hacer un análisis realista de sus capacidades, reconocer sus limitaciones y abrirse a nuevas ideas. Es una fortaleza personal necesaria para ser feliz, para aprender constantemente, para mejorar las relaciones sociales y para forjar un liderazgo efectivo.

A la luz de la Palabra
En la siguiente parábola encontramos a dos personajes. El fariseo, que se enorgullece de ser un estricto cumplidor de la Ley, de ser el mejor, y por eso ora «erguido», con altanería, sin reconocerse «pequeño» ante Dios, porque él sabe que la salvación se consigue a base de méritos. Y el publicano, que se sabe pecador (es publicano) y por ello pide compasión a Dios. No necesita hacer grandes gestos: se queda atrás, humildemente (a los ricos y los poderosos se les reservaban siempre los primeros sitios), sin levantar los ojos (muestra de respeto porque está ante Dios) y se golpea el pecho (toda su vida).

«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”. El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador”. Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido» (Lc 18,10-14).

La idea es trabajar el sentido del texto con los estudiantes desde dos preguntas muy simples:

  • ¿Qué te llama la atención? Podemos pedirles que se fijen en quiénes son y cómo son vistos los dos personajes que aparecen en el texto en su época.
  • ¿Qué te sugiere este texto? Aquí podemos hacer referencia a la inversión de valores que produce la propuesta del Reino.

La finalidad de esta actividad es que los estudiantes entiendan que la fortaleza de la modestia es un valor implícito en la propuesta de Jesús y cómo esa propuesta es universal, es para todos, pero, sobre todo, para los más desfavorecidos de cualquier sociedad.

Para profundizar: el Evangelio de Lucas
El Evangelio de Lucas va dirigido a una comunidad formada, en su mayor parte, por paganos que se han convertido al cristianismo y judeocristianos. Es, por tanto, una comunidad dividida en la que hay serios problemas para aceptar al otro. El peso de las normas sociales era mayor que la Buena Noticia del Reino. Las claves de lectura de este Evangelio son las siguientes:

  • El banquete del Reino es la reconciliación de todos los seres humanos en la fraternidad universal. No queda fuera nadie: ni mujeres, ni esclavos, ni pobres, ni samaritanos, ni publicanos.
  • Por ello, el que es cristiano es el que se hace «prójimo», familia, de los que más lo necesitan. Si Cristo supera las fronteras excluyentes de la ley judía, no vamos a caer ahora en las fronteras de las clases sociales, en las del género o en las de etnia. Vosotros decid: «Padre nuestro» (es decir, tú y yo tenemos el mismo Padre, somos hermanos de sangre, de la misma familia de Dios).

Desde aquí, podemos entender el texto: Lucas propone como modelo que vive la fortaleza de la modestia ¡a un publicano! Cuando en aquella época los modelos de cumplimiento de la Ley eran los fariseos.

Isabel Gómez Villalba
Docente e investigadora en la Universidad San Jorge.
Centrada en la innovación educativa, investigo y diseño experiencias pedagógicas tanto para la integración y desarrollo de habilidades espirituales en el proceso de enseñanza-aprendizaje, como en el estudio y la implementación de proyectos de aprendizaje–servicio.