LA CONVERSIÓN DE SAULO (HCH 9,1-9) (Y III)

UNA OBRA EJEMPLAR

La conversión de Saulo (1800), William Blake, Galería Huntington, San Marino-California (EE.UU.).

Se trata de una acuarela elaborada como ilustración bíblica.

Su pintura está basada en visiones fantásticas y en un rico simbolismo.

Se nota cierta influencia de Miguel Ángel en la musculatura de sus personajes y en los escorzos a los que les somete.

ESTUDIO ICONOGRÁFICO

En la parte inferior nos encontramos a Saulo con los brazos abiertos el señal de acoger la misión que Jesús le manda.

Blake no dibuja caído a Saulo porque quiere subrayar el aspecto vocacional y no el maravilloso.

El caballo, en tonos blancos, tiene una actitud tranquila; muy lejos de otras representaciones.

Obra de talante misionero

En la acuarela sobresale el color blanco que llena todo el centro de la misma y subraya la verticalidad.

Nuestro autor enfatiza la iniciativa divina, que sorprende en cualquier momento y lugar.

El misterio del Resucitado está claramente representado con el velo que cubre el cuerpo de Jesús.

La caída de Saulo representa que sus viejos conceptos sobre Jesús han quedado obsoletos por la cristofanía.

Al no representarla, Blake parece querer decir al espectador que la experiencia de Saulo es más de encuentro que de conversión.

Saulo está dispuesto a acoger al resucitado.

Los ojos de Saulo están abiertos. No hay miedo en su mirada, sino confianza.

Blake tampoco representa la ceguera de Saulo. Ni caída ni ceguera son signos de que no hay conversión sino vocación.

Todo ello, unido a la actitud misional de Jesús, subraya a los ojos del espectador la vivencia del apóstol.

Se representa a tres acompañantes de Saulo.

Dos de ellos se tapan el rostro por el temor o por el resplandor.

El tercero mira al cielo intentando entender. Esto no concuerda con el relato lucano.