Según M. Seligman y C. Peterson[1], la esperanza es una fortaleza relacionada con el optimismo y la proyección de futuro. Es la capacidad de esperar lo mejor y trabajar para conseguirlo. Es creer que podemos lograr un buen porvenir. Por ello, es una fortaleza que nos permite proyectarnos hacia el futuro con energía y entusiasmo. Es una de las fortalezas relacionadas con la trascendencia, las cuales forjan conexiones con la inmensidad del universo y proveen de significado a la vida.

La esperanza es una de las virtudes teologales que está muy unida y encuentra su sentido en las otras dos: la fe y la caridad. La esperanza es una espera abierta a la posibilidad de que todo puede suceder si pongo en el centro el amor, si actúo desde él y por él.

A la luz de la Palabra

El siguiente texto pone de manifiesto la misericordia y la ternura de Jesús y la actitud de esperanza de un enfermo. Por la consideración pública que tenía esta enfermedad, el leproso se veía condenado a vivir fuera de la ciudad como impuro y a gritar su condición para que otros no se contagiaran. Pero él espera y confía en Jesús y le sale al encuentro pidiéndole su recuperación. Frente a la resignación, la esperanza y la valentía le conducirán a afrontar una nueva vida.

Se le acerca un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero: queda limpio». La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés» (Mc 1,40-44).

Actividades de reflexión inspiradora

Tras la lectura del texto bíblico, podemos proponer las siguientes cuestiones para analizarlo más en profundidad:

  • ¿Quién toma la iniciativa?
  • Ante la petición del leproso, ¿qué acciones realiza Jesús?
  • ¿Qué significado tienen esas acciones de Jesús?
  • ¿Cómo consigue superar sus dificultades el leproso?
  • ¿Cómo cambia la vida de aquel hombre?
  • Reflexiona sobre la siguiente frase de Dámaso Alonso[2]: «Tal vez sea verdad: que un corazón es lo que mueve el mundo». ¿Es realmente un corazón lo que mueve y transforma el mundo? ¿A quién crees que hace alusión ese «corazón»?

Podemos ir más allá y realizar una propuesta de entrenamiento de la esperanza:

1 Analizo:

  • Mira a tu alrededor, lee las noticias y observa cómo el sufrimiento, el dolor humano y la falta de esperanza están presentes en la vida de las personas.
  • ¿Qué situaciones te parecen más preocupantes?
  • ¿Conoces alguna situación dolorosa que ocurra en tu entorno?

2 Reflexiono:

Céntrate en una de esas situaciones adversas y piensa:

  • ¿Qué ideas surgen en tu interior que te paralizan o te impiden que hagas algo para solucionarla o mejorarla?
  • ¿Cómo se pueden rebatir esas ideas o creencias paralizantes?

3 Investigamos:

Buscamos iniciativas ciudadanas, entidades sociales, proyectos de aprendizaje-servicio inspiradores que estén dando respuesta a estas situaciones preocupantes y dolorosas.

4 Transformamos:

Podemos proponer a nuestros chicos y chicas hacer algo por dar respuesta a una necesidad detectada en su entorno. Tal vez, con nuestra implicación en proyectos de aprendizaje-servicio no logremos cambiar el mundo de la noche a la mañana, pero podremos sembrar en las personas esta semilla de amor solidario. Cuando somos capaces de comprender y superar las creencias paralizantes, se abre un nuevo panorama más objetivo y esperanzador para juzgar la realidad y actuar sobre ella.

  • Inspirados en los proyectos de aprendizaje-servicio, pensamos una acción sostenible y realista que podamos desarrollar para mejorar esa situación.

Finalidad

La finalidad de las  actividades es que los chicos y chicas, a través del trabajo con la Palabra, descubran la esperanza como motor de una nueva realidad. Es de vital importancia que los alumnos y alumnas aprendan a gestionar su propia autonomía personal, con sus ideas y toma de decisiones, con las de otras personas y grupos, con la familia y con otros entornos sociales y culturales. Estas actividades propuestas tratan de aportar estrategias para que desarrollen su participación en la toma de decisiones comunitarias, en la resolución pacífica y positiva de conflictos, respetando la diversidad y la pluralidad y cultivando la amistad social.

Es una invitación al alumnado a que se implique personal y profesionalmente en la transformación social y el logro del bien común, asumiendo los desafíos de la humanidad y discerniendo las realidades desde los valores del Evangelio.

Para profundizar: los milagros de Jesús

En el mundo bíblico la clave de los milagros no está en lo extraordinario sino en lo divino. Los milagros remiten al Reino de Dios y no tienen sentido fuera de ello.

Como vemos, Jesús cura. Pero, ¿qué pensaban que era la medicina y la enfermedad en su época? Para Israel la enfermedad no es solo una cuestión física sino religiosa. Es una acción del «mal» que aparta necesariamente al enfermo de Dios.

¿Cómo curaba? Lo único que sabemos es que Jesús cura tocando al enfermo. Según las leyes de pureza del judaísmo, si uno toca a un enfermo se convierte en impuro y debe quedar fuera del contacto con los demás para evitar que contagie su impureza a otros. Aquí reside el sentido de las curaciones: Jesús rompe con las leyes de pureza y, tocando, restablece a la persona. Los milagros apuntan a su mensaje: en la hora del Reino de Dios, todos somos reconciliados como hijos de un mismo Padre.

Isabel Gómez Villalba
Docente e investigadora en la Universidad San Jorge. Centrada en la innovación educativa, investigo y diseño experiencias pedagógicas tanto para la integración y desarrollo de habilidades espirituales en el proceso de enseñanza-aprendizaje, como en el estudio y la implementación de proyectos de aprendizaje–servicio.


[1] M. Seligman y C. Peterson, Character Strengths and Virtues: A Handbook and Classification, Oxford University Press, 2004.

[2] La frase pertenece al poema «La madre», brillante expresión de una amorosa ternura. La niñez (inocencia) y la mujer (madre), como símbolo del amor, se combinan en este poema, recreando un mundo añorado. El tema de Dios es una constante en la poesía de Dámaso Alonso. Dios es para él una presencia invisible que se resiste a la indagación humana.