La creatividad

Es una de las fortalezas personales que nos ayudan a desarrollar la virtud de la sabiduría y el conocimiento. Es una capacidad que sirve para descubrir oportunidades ocultas que otras personas no ven o simplemente dejan pasar. La persona creativa tiene ideas que son tan originales como útiles. Cultivar la creatividad es un proceso que se caracteriza por la adaptabilidad y nos permite afrontar diferentes situaciones de una mejor manera.

La creatividad contribuye a mejorar el conjunto de inteligencias personales y puede considerarse también como una de las estrategias de la evolución natural. Fomentar la creatividad en nuestros estudiantes es fomentar la adaptabilidad, la generación de ideas originales y útiles; en definitiva, un pensamiento abierto y divergente. La creatividad no solo está asociada al mundo artístico, también a la ciencia, a la vida cotidiana y, en general, a todos los ámbitos de la vida.

A la luz de la Palabra

La Sagrada Escritura nos quiere dar a entender que Dios ha intervenido por medio de su soplo o espíritu para hacer del ser humano un ser animado. En la persona hay un «aliento de vida» que procede del «soplar» de Dios mismo. En la persona hay un soplo o espíritu que se asemeja al soplo o espíritu de Dios.

«Entonces el Señor Dios modeló al hombre del polvo del suelo e insufló en su nariz aliento de vida; y el hombre se convirtió en ser vivo» (Gén 2,7).

Actividad de reflexión inspirada

Teniendo en cuenta estas enseñanzas de la Sagrada Escritura, proponemos meditar, debatir y contestar a las siguientes preguntas:

  • ¿Qué relación encuentras entre la fortaleza de la creatividad y el «aliento de vida» del que se habla en el Génesis?
  • ¿Qué semejanzas y qué diferencias encuentras entre el ser humano creado a imagen de Dios y los animales?

La finalidad de esta actividad es que los estudiantes reflexionen y debatan de forma justificada y respetuosa sobre el origen y la dignidad del ser humano, sobre lo que significa ser imagen de Dios y las repercusiones vitales que conlleva vivir desde este principio antropológico-teológico. Se trata de comprender la propia existencia desde la lógica del don, percatarse de que el fin esencial de vivir consiste en dar lo que uno es, en exteriorizarlo, pues solo así se enriquece la realidad y se continúa el proceso creativo del mundo.

Para profundizar: La acción creadora del Espíritu divino

Algunas reflexiones inspiradoras de Juan Pablo II[1] para seguir profundizando…

«La primera creación, desgraciadamente, fue devastada por el pecado. Sin embargo, Dios no la abandonó a la destrucción, sino que preparó su salvación, que debía constituir una “nueva creación” (cf. Is 65,17; Ga 6,15; Ap 21,5)».

«En efecto, la nueva creación tuvo su inicio gracias a la acción del Espíritu Santo en la muerte y resurrección de Cristo. En su Pasión, Jesús acogió plenamente la acción del Espíritu Santo en su ser humano (cf. Hb 9,14), quien lo condujo, a través de la muerte, a una nueva vida (cf. Rm 6,10) que Él tiene poder de comunicar a todos los creyentes, transmitiéndoles este mismo Espíritu, primero de modo inicial en el bautismo, y luego plenamente en la resurrección final».

El soplo humano de Jesús sirve así a la realización de una obra divina más maravillosa aún que la inicial. No se trata solo de crear un hombre vivo, como en la primera creación, sino de introducir a los hombres en la vida divina.

«Cristo resucitado, nuevo Adán, está tan penetrado, en su humanidad, por el Espíritu Santo, que puede llamarse él mismo “espíritu”. En efecto, su humanidad no tiene solo la plenitud del Espíritu Santo por sí misma, sino también la capacidad de comunicar la vida del Espíritu a todos los hombres. «Por tanto, el que está en Cristo ―escribe San Pablo― es una nueva creación” (2 Co 5,17)».

Se manifiesta así plenamente, en el misterio de Cristo muerto y resucitado, la acción creadora y renovadora del Espíritu de Dios, que la Iglesia invoca diciendo: «Veni, Creator Spiritus, en Espíritu Creador».

Isabel Gómez Villalba
Docente e investigadora en la Universidad San Jorge.
Centrada en la innovación educativa, investigo y diseño experiencias pedagógicas tanto para la integración y desarrollo de habilidades espirituales en el proceso de enseñanza-aprendizaje, como en el estudio y la implementación de proyectos de aprendizaje–servicio.


[1] JUAN PABLO II: La acción creadora del Espíritu divino. Audiencia general, miércoles 10 de enero de 1990. https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/audiences/1990/documents/hf_jp-ii_aud_19900110.html