RAÍCES DEL COMPROMISO EDUCATIVO
Educar es comprometerse. Más allá de un oficio y de un trabajo, la educación es un cara a cara con una realidad insospechada.
Educar es comprometerse. Más allá de un oficio y de un trabajo, la educación es un cara a cara con una realidad insospechada.
Vivimos en la época de los cuidados. Se incrementan los cursos relacionados con el cuidado docente. La urgencia de la formación en el cuidado surge de una necesidad física, psicológica y espiritual.
Pareciera que el cuidado ha impactado como moda en los últimos años, y nada más lejos de la realidad. Ya sabemos que el cuidado forma parte de la entraña de lo humano.
La ética del cuidado alienta una forma especial de fomentar una ética de la justicia y tanto el cuidado como la justicia son indispensables en la vida en común.
En el desarrollo de curso formativos sobre cuidado y educación emerge con naturalidad el desafío del buen trato en nuestros centros educativos. Tratar bien al otro es una forma singular de cuidar.
La educación presidida por el cuidado tiene en el respeto un lugar de verificación relevante. El respeto está relacionado con dos dinamismos complementarios: la mirada atenta y la distancia adecuada.
Al principio, cuando vi por mi primera vez esta imagen, solo se me imponía una gigantesca mole de hierro en gran parte oxidado. Un enorme buque que llega a puerto.
La nueva cumbre sobre el cambio climático celebrada en Egipto ha supuesto un nuevo paso atrás. ¿Qué nos queda esperar?
Al cuidado se le vincula con las tramas relacionales en las que nos desenvolvemos. Cuidar de los más vulnerables es una de las enseñanzas más importantes que nos está dejando la pandemia.
Conocer, aceptar e integrar las propias heridas es un camino que nos acompaña a lo largo de la vida, pero se constituye en una alerta necesaria para poder conocer, comprender y acompañar las heridas ajenas.