UN CICLO SIN FIN
Comenzamos un curso nuevo (incluso para los que no trabajan en colegios, volver de las vacaciones implica empezar un curso nuevo) y sentimos que abrimos un nuevo ciclo, pero que, en realidad, es el mismo ciclo de siempre.
Comenzamos un curso nuevo (incluso para los que no trabajan en colegios, volver de las vacaciones implica empezar un curso nuevo) y sentimos que abrimos un nuevo ciclo, pero que, en realidad, es el mismo ciclo de siempre.
Tanto para la ciencia como para la fe, la actitud de apertura es fundamental. Así como lo son la certeza de que no hay certezas.
Tras ese “subidón” que les supondría a los apóstoles la resurrección de Cristo, vino la ascensión de este a los cielos. A partir de ahí, supongo que las dudas e incertidumbres fueron muchas, todas resumidas en una pregunta: y ahora, ¿qué?
No sé si a alguno de ustedes les pasa, pero yo tengo la sensación de vivir cada día entre opuestos.
Es una suerte encontrarnos en la vida con quien te dice «tranquila, no corras. No dejes de hacer, pero no corras». Personas que te sacan de tu zona de confort y te impulsan.
«La ciencia es una perversión en sí misma a menos que tenga como objetivo último mejorar la humanidad». Estas son palabras de Nikola Tesla, uno de los más grandes científicos (y quizás más incomprendidos) de la historia.
La espera cristiana es una espera que, mientras espera, va edificando, va preparando, va haciendo camino… Es una espera que se vive en la confianza de que, efectivamente, hay algo, alguien a quien esperar.
Si algo he aprendido como creyente y como científica es a ser consciente de los cambios que acontecen y cómo acontecen, en qué sentido, con qué finalidad.
Cuando estaba preparando mi Trabajo Final de Máster, aprendí de mi tutor (profesor y doctor en Informática) algo que no olvidaré nunca: la ciencia busca lo bello, lo verdadero y lo bueno del mundo y para el mundo.
Parece ser que el próximo paso al humanismo en la escala evolutiva es el transhumanismo, que permitirá mejorar la condición humana mediante la tecnología. Frente a esto, y sin ánimo de ir contra el progreso, me surgen dos cuestiones.